Despiertas en tu
ciudad, Rohald. La nieve cubre los caminos y las casas y pequeños copos caen
del cielo. No hay rastro de nadie. Te das la vuelta y miras el mar que
permanece tranquilo, sin una ola que altere su plana superficie pues el aire no
corre. Te adentras en la ciudad. Más allá los campos están yermos, sin rastro
de cosechas o animales. Ante ti se levanta la casa comunal. Acogedora en tu
recuerdo se alza ahora sombría y ominosa. Decides entrar. No hay ruidos, ni
calor pues el fuego central, siempre crepitante, es ahora un montón de cenizas
cubiertas por la nieve. Así, sólo una luz trémula entra por el vano del techo y
las ventanas dejando la gran estancia en penumbra. Al fondo se alza el trono de
jarl y en él está sentada una figura que crees reconocer. Es Bjorn Halfdanson, el marido de Signy, la hija del jarl. A tu lado sientes una
presencia, te giras y ves a Breanor Hrolfson, primogénito del jarl y heredero, postrado ante el trono. De
repente la escena se difumina como polvo al viento y apareces en los campos,
ahora sembrados de cadáveres de animales y personas, entre los que reconoces a
gentes del clan. La tierra está empapada con sangre. Avanzas por un sendero y
te encuentras un gran árbol muerto, en cuyas ramas se posan dos cuervos. Estos
levantan el vuelo y se adentran en un bosque cercano. Decides seguirlos. Los árboles
pasan veloces ante ti y te encuentras enfrente de la entrada a una caverna de
la que sale un frío sobrenatural. Te arrebujas en tu capa y penetras en ella.
Las paredes y el techo están cubiertos de hielo y a través de los fríos
cristales crees distinguir figuras humanas atrapadas. Con tu mano quitas la
escarcha para ver mejor...
...y contemplas tu mismo rostro marcado por la muerte.
Asustada corres adentrándote más en la cueva. Entonces el pasillo termina y una
gran estancia se abre iluminada por una luz verdosa. En el centro una figura
grande y negra permanece encadenada a las paredes. Unos ojos azules refulgen en
la oscuridad y una gran hacha yace frente a la figura. Miras a sus ojos y ves
como el fuego frío que los inflama invade tu visión para después desvanecerse.
Ahora te encuentras en el mar, navegando sola. En el horizonte se alzan unas
montañas heladas que poco a poco van cubriéndose de un oscuro carmesí. Tu
imagen se empaña de nuevo y ves un anillo dorado grabado con runas cayendo al
vacío. Con cada giro que la joya da en el aire distintas imágenes aparecen ante
ti como fogonazos. Escenas de guerra y muerte, se superponen con otras de paz y
vida. El anillo termina cayendo al suelo. Entonces levantas la vista y de nuevo
te encuentras ante el trono de Rohald. Ahora es Breanor el que se sienta en él,
pero no eres capaz de distinguir se está vivo o muerto. Un abismo se abre ante
ti y caes gritando. Ahora un cielo encapotado se alza sobre ti, oyes el ruido
de las olas chocando contra el casco de una nave y del viento azotando velas y
jarcias. El olor de hombres sudorosos y mojados inunda tus fosas nasales. Y una
voz que crees reconocer con la del scalda Yngwe dice “Otra maldita tormenta,
alguien debe de haber enojado a Thor”.
Así comienza nuestra crónica de Yggdrasill ¿qué deparará el destino y la voluntad de los dioses a nuestro héroes? sólo el tiempo y las consecuencias de sus hazañas podrán desvelarlo...
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