7 dic 2012

Cuando nuestros PJs fueron reyes

Saquear mazmorras mola, investigar un extraño crimen es interesante, infiltrarse en una fortaleza orca resulta un excitante retro; y sin embargo, todo tiene un límite.

Recuerdo que cuando el compañero Iacobus adquirió el fantástico manual de Canción de Hielo y Fuego una de las cosas que más me llamó la atención fue la posibilidad de crearte un personaje jerárquicamente poderoso. No hablamos de ser ya un caballero de renombre sino de poder llegar a encarnar a un auténtico señor con castillo y tierras que defender, vasallos y soldados incluidos. 

La jugabilidad y la mecánica de la partida cambia radicalmente, dejamos de lado las escaramuzas contra bandidos y trasgos para sumergirnos en otras batallas no exentas tampoco de peligros: Combates de pluma y oratoria.




Ah... ¿quién no ha soñado nunca con ser rey? El mundo a tus pies y con libertad para gobernar como te plazca, una visión del fantasía épica muy poco explotada en el rol si te pones a pensar. 


¿Por qué ser un villano cuando puedes ser noble?
Algunos podrán pensar: "Buah, que cosa más aburrida. A mi dame una espada y déjame divertirme en condiciones". Está bien, quizás la idea de dejar aparcada la violencia más clásica pueda echar atrás a más de uno, pero no negaréis que decidir si tu reino va a la guerra de otros señores o decidir si este año subirás los impuestos de los aldeanos para poder pagar deudas atrasadas, con todas las consecuencias que conlleve, no deja de ser excitante.

Y precisamente eso es otra de las cosas positivas que veo manejar a personajes de este calibre: Sus decisiones se hacen notar a nivel global. Si tu aventurero comete una equivocación con un pueblo como mucho a lo mejor se puede llevar una paliza o una lluvia de piedras, un señor puede ver como sus súbditos se alzan en armas contra él y amenazan con decorar la horca con su noble cuello. ¿Se arriesgará a mandar a su ejército contra pueblerinos? ¿Optará por la vía diplomática? ¿Conspirará para desviar la atención de la plebe hacia otro asunto (como la quema misteriosa de las cosechas) para ganar tiempo y solucionar el asunto antes de convertirse en un rey sin reino?


Ser gobernante no sólo cambia la forma de jugar sino también el roleo general, donde el porte más aristocrático nubla expresiones barriobajeras y vulgares tan comunes en las partidas, dando lugares a situaciones muy divertidas y desde luego poco usuales. 

No obstante, todo hay que decirlo, hay personas que sencillamente no están hechas para jugar de esta manera; no porque sean malos actores sino que simplemente no llega a sentirse a gusto en la piel de un duque o un noble de alta cuna; aunque quién sabe, con el tiempo podría cogerle el gustillo a esta nueva percepción del rol.



Seguro que ya veis este tipo de rol de otra manera, incluso os han entrado ganas de echar una partida bajo estos parámetros. Así que ya sabéis, id corriendo a vuestro máster (si no lo sois vosotros, en tal caso, te diré que corras a prepararte una buena partida) y comentadle la idea. Seguro que él también estará cansado de sacar una y otra vez el clásico grupo de gnolls que atacan una mina de enanos en la montaña.



El trono te espera...




2 comentarios:

  1. Ya me han entrado ganas de jugar a Canción jajaja

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  2. me entran ganas de jugar con vosotros. en mi grupo actual, de todas las partidas que les he preparado, la que mñas les gustó fue el Torneo de Primavera de la Casa Midian... porque se metieron todos en la pelea cuerpo a cuerpo, pasando de la trama y lo convirtieron en una orgía de dados y narices rotas.

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